Full text: 2.1898,3.Apr.=Nr. 38 (1898000238)

88 
# 
LA VIDA MONTEVIDEANA 
SUMARIO « 
Texto—“Fu el baile'’, por Abraham L. López— 
-Paisaje’', poesía por Santiago Maciel— 
“Oomumatum est! María de Magdala”, 
por Francisco Caraciolo Arat.ta—“A. Nie 
ves, poesía por Cárlos Roxlo”—“In me- 
moriam”, por la señorita Sara Julieta Ar 
las—“Florea secas’, fragmento de un 
poema inédito por Ubáldo Ramón Guerra 
—“Invocaeión”, por José M. Rodriguez 
Cuen—“Tristezaspoesia por Enrique 
Riv.-ra—“El Canario 11 , por Agustín So 
lía—“Ortigas 1- , poesía por L. A. Poncede 
León—“Tipos-, por Eduardo J^opez La- 
bandeja— “Delirios 11 , poesía por Vicente 
Magallanes—“Santiago Barco -1 , por Pont- 
sevrez (Continuación)—“Colon 11 , soneto 
por David V. González—“El ondino del 
agua misteriosa 11 por Oatulle Mendez 
(Traducción) — “Asonancias 11 , poesía por 
Werther—“Sport -1 , por Mito—Au monde 
élégant. 
Grabados—Galería de bellezas montevideanas; 
“María Carmen Perey -1 , fotografía de Chu 
te y Brook , grabado de Jacobo Peuser— 
“Píliuelo, grabado en boj de A. Daude- 
narde. 
3ÔV c ETj 3$Hõ c L c E 
—Isolina,—dijo la mamá,—Isolina, hija 
mia, componte el ramo de nardos. 
La interpelada (mujer ó ángel, jamás 
Ja supe) se detuvo un instante. Sus dedos 
castos, inteligentes y nerviosos, ajustaron 
las flores que desfallecían, sobre el cándi 
do seno, las cuales parecían, al roce de 
aquellos dedos, estremecerse y despertar 
de un sueño azul. Luego, Isolina se son 
rió y acariciando amablemente el rostro 
de su querida mamá, se dejó llevar como 
una flor arrebatada por el vértigo en 
el perfumado torbellino del baile... 
—Decíais, princesa? 
El boslon harmonioso, propicio á los 
suaves amores, es el que en sus giros nos 
arrastra, como una onda sonora y lumi 
nosa, con dulce, inefable fuerza. ¿No es la 
irisada que se aleja y nos lleva consigo 
al pais de las nostalgias de la eterna be 
lleza?'Onda que nos impele á las encan 
tadas riberas do las esperanzas alegres y 
juveniles, florecidas al calor de un bello 
entusiasmo. 
Allí el génio de los amorosos ensueños 
canta su nupcial canción. Allí comienza, 
entre el cortejo de los señoritos gnomos 
y las señoritas sílíides, el jardín de la má- 
gia, el imperio de Oberon y Titania, y hay 
rumores de besos, rumores de alas de se 
da en el precio-o ritmo de las estrofas, 
estrofas henchidas de miel, olorosas á 
mirra. 
En el triunfo del baile es donde se en 
redan las almas enamoradas, y la hermo 
sura allí se pasea ufana y victoriosa. 
¡Ah! Lis rosadas horas del placer que 
vuelan como una hermosa música, cuán 
presto se ván! De su dulzura, ¿qué nos 
queda? ¿Qué resta de sus promesas adora 
bles? Acaso sólo un recuerdo, una flor con 
que embellecer los jardinas del alma, 
acaso la dolorosa herida que deja tras si 
la decepción. 
La j uventud, es lente de poderosa 
mágia: hermosea colora, suaviza las de 
formidades, todas las. acromías, todas las 
asperezas de la vida. 
Fausto representa la ideal aspiración 
de la humanidad. De nuestra unión con 
Elena,esto es: déla unión del alma hu-j 
mana en su perenne sed de perfecciona 
miento, con la belleza harmoniosa de la 
forma, nace Euphorión, que encarna todo 
lo que hay de más efímero en el génio 
humano frente á frente a la idea suprema 
y augusta de la hermosura. 
¡Oh, el boston, el baile es la vida! 
Niñas adorables, no hay que desdeñar 
el boston. Es la musa rítmica, la propicja 
á los amores, - y el amores el dulce engano 
de la vida, y entre tantas vanidades es la 
única que vale, y entre tantas revelacio 
nes, es la única que salva. 
Abraham Z. LOPEZ. 
Montevideo, Abril 2 de 1898. 
JS&Q, 
PAISAJE 
Para Evaristo G. Ciganda. 
Noche estival. La luna vierte su lumbre. 
Flotan velos de nácar sobre la cumbre. 
La brisa trae del llano suaves arpégios, 
monólogos y trovas.—Palacios régios 
simulan en la altura las nubes blancas;— 
el arroyo á la sombra de las barrancas 
murmura una leyenda triste, de amores, 
besándolos ramajes.—Hojas y flores 
reflejan claridades.—Resbala si viento 
tan vagaroso y débil como un aliento 
que apenas se percibe.—Perfume leve 
exhala de su cáliz la flor de nieve, 
y los pájaros pían adormecidos, 
como niños cansados entre los nidos. 
Llegó la flora sombría de las tristezas; 
las luciérnagas brillan en las malezas 
con fosfóricas luces.—Eco lejano 
de un “triste” de guitarra vibra en el llano, 
mientras por el espacio sigue su marcha 
el satélite albino como la escarcha. 
De la incierta guitarra sigue el rasgueo. 
La canción, voluptuosa como un deseo, 
al soplo de las auras se desparrama 
por la inmensa llanura. 
Sobre la grama 
que me sirve de lecho, siento el encanto 
del idilio silvestre, virgen y santo. 
Mil seres ignorados, genios sencillos 
de las frondas agrestes, que en los castillos 
de campánulas y hojas amontonadas, 
viven, forjando sueños como las hadas. 
Mariposas azules, que entre los broches 
de los rojos claveles todas las noches 
encuentran aromados lechos nupciales. 
Insectos encendidos, que en los juncales, 
confundiendo sus luces vuelan ó saltan. 
Pecesillos inquietos que el agua esmaltan 
■le plata y oro,—¡cómo comprendo ahora 
los misterios del bosque!—Que si la aurora 
en explosión alegre la tierra alumbra, 
son mas dulces los goces de la penumbra; 
y las aves que arrullan sobre la alfombra 
del perfumado cesped,—aman la sombra; 
hallando el incentivo de sus ternuras 
en los nidos que abrigan las espesuras. 
Do un pajonal ardiendo se vé la hoguera; 
luego ios alambrados y la “tranquera”; 
el camino que pasa junto ála quinta 
blanco, recto y angosto como una cinta. 
La luz del rancho oxila.—Sigue el rasgueo, 
y el canto voluptuoso como un deseo... 
Después el rumor cesa,—y en el tranquilo 
sopor de la llanura, se oye el “estilo” 
que el “payador” arranca del instrumento; — 
la expresión elocuente de un sentimiento, 
que, acaso en ese instante se espande y vuela, 
como un alma que busca su alma gemela. 
¡Idilio venturoso, Psiquis te enciende! 
El corazón amante que te comprende, 
late con tus latidos, en tí se inspira,— 
emocionado vibra como una lira,— 
y el secreto mas hondo, mas esquisito,, 
penetra de tu mundo, que es infinito. 
Ya la luna se oculta detrás del monte;; 
vapores sonrosados del horizonte 
se elevan silenciosos;—en la floresta 
suenan débiles notas;—es que la orquesta- 
de músicos alados, en la espesura 
preludia los acordes de una obertura. 
A la luz indecisa todo despierta. 
Se anima la campiña que estaba muerta;; 
los remansos se agitan en leves olas; 
hay matices lujosos en las corolas; 
por los campos arados la torcáz vuela, 
el cisne en la laguna deja una estela; 
la brisa pasa y mueve los alfaltares; 
dan reflejos de acero los tajamares; 
y las quejas, los ecos y los murmullos, 
son trinos, son caricias y son arrullos. 
Solo reposa el rancho sobre la alfombra 
de la gramil la verde,—porque la sombra 
aviva las canciones y los amores 
que ocultan en sus almas los “payadores”. 
Santiago MACIEL. 
Montevideo, Abril 2 de 1898. 
esti 
María de magdala 
Hace largo rato que nos detiene ante eb 
último cuadro de Bersani «Consumatum 
est!» la emoción estética que nos despertó 
á la vida del Arte después de haber pa 
sado tan luengos dias, lejos de sus crea 
ciones divinas que nos atraen con raro 
delei te nunca igualado por la sensaciones 
de los placeres materiales. 
El «Consumatum est!» de Bersani reve 
la á Jesús en su sacrificio imponente de 
un modo nuevo, original, no tratado 
hasta ahora, por los que nos han hecho 
un Cristo idealizado mas que racional, un 
Cristo de leyenda mística mas que el pro- 
tatipo genial de la humanidad del Amor, de 
la Libertad y del Derecho. 
Este Cristo de Bersani es racional; obe 
dece á la historia más que á cualquier 
dogma que - lo caricature. Es que sabe 
Bersani que el artista es el verdadero his 
toriador que narra al pueblo con el color 
y la línea el carácter típico de una perso 
nalidad relevante con tal «verismo», que 
no lo haría la pluma descriptiva de Gon- 
courtó de Zila, esos gloriosos pintores del 
estilo literario. 
A los piés de Cristo, que ha plegado, 
dulcemente lacabezay murmura las pa> 
bras «Consumatum est!», se mira á la be 
lla Maria de Magdala contemplando con. 
ávida ternura al amado de su corazón, en 
esa hora suprema que vé huir la vida del 
rostro adorado, del cuerpo de su esposo, 
ideal que ella cubrió de perfumes de nar-
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.