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LA VIDA MONTEVIDEANA
SUMARIO «
Texto—“Fu el baile'’, por Abraham L. López—
-Paisaje’', poesía por Santiago Maciel—
“Oomumatum est! María de Magdala”,
por Francisco Caraciolo Arat.ta—“A. Nie
ves, poesía por Cárlos Roxlo”—“In me-
moriam”, por la señorita Sara Julieta Ar
las—“Florea secas’, fragmento de un
poema inédito por Ubáldo Ramón Guerra
—“Invocaeión”, por José M. Rodriguez
Cuen—“Tristezaspoesia por Enrique
Riv.-ra—“El Canario 11 , por Agustín So
lía—“Ortigas 1- , poesía por L. A. Poncede
León—“Tipos-, por Eduardo J^opez La-
bandeja— “Delirios 11 , poesía por Vicente
Magallanes—“Santiago Barco -1 , por Pont-
sevrez (Continuación)—“Colon 11 , soneto
por David V. González—“El ondino del
agua misteriosa 11 por Oatulle Mendez
(Traducción) — “Asonancias 11 , poesía por
Werther—“Sport -1 , por Mito—Au monde
élégant.
Grabados—Galería de bellezas montevideanas;
“María Carmen Perey -1 , fotografía de Chu
te y Brook , grabado de Jacobo Peuser—
“Píliuelo, grabado en boj de A. Daude-
narde.
3ÔV c ETj 3$Hõ c L c E
—Isolina,—dijo la mamá,—Isolina, hija
mia, componte el ramo de nardos.
La interpelada (mujer ó ángel, jamás
Ja supe) se detuvo un instante. Sus dedos
castos, inteligentes y nerviosos, ajustaron
las flores que desfallecían, sobre el cándi
do seno, las cuales parecían, al roce de
aquellos dedos, estremecerse y despertar
de un sueño azul. Luego, Isolina se son
rió y acariciando amablemente el rostro
de su querida mamá, se dejó llevar como
una flor arrebatada por el vértigo en
el perfumado torbellino del baile...
—Decíais, princesa?
El boslon harmonioso, propicio á los
suaves amores, es el que en sus giros nos
arrastra, como una onda sonora y lumi
nosa, con dulce, inefable fuerza. ¿No es la
irisada que se aleja y nos lleva consigo
al pais de las nostalgias de la eterna be
lleza?'Onda que nos impele á las encan
tadas riberas do las esperanzas alegres y
juveniles, florecidas al calor de un bello
entusiasmo.
Allí el génio de los amorosos ensueños
canta su nupcial canción. Allí comienza,
entre el cortejo de los señoritos gnomos
y las señoritas sílíides, el jardín de la má-
gia, el imperio de Oberon y Titania, y hay
rumores de besos, rumores de alas de se
da en el precio-o ritmo de las estrofas,
estrofas henchidas de miel, olorosas á
mirra.
En el triunfo del baile es donde se en
redan las almas enamoradas, y la hermo
sura allí se pasea ufana y victoriosa.
¡Ah! Lis rosadas horas del placer que
vuelan como una hermosa música, cuán
presto se ván! De su dulzura, ¿qué nos
queda? ¿Qué resta de sus promesas adora
bles? Acaso sólo un recuerdo, una flor con
que embellecer los jardinas del alma,
acaso la dolorosa herida que deja tras si
la decepción.
La j uventud, es lente de poderosa
mágia: hermosea colora, suaviza las de
formidades, todas las. acromías, todas las
asperezas de la vida.
Fausto representa la ideal aspiración
de la humanidad. De nuestra unión con
Elena,esto es: déla unión del alma hu-j
mana en su perenne sed de perfecciona
miento, con la belleza harmoniosa de la
forma, nace Euphorión, que encarna todo
lo que hay de más efímero en el génio
humano frente á frente a la idea suprema
y augusta de la hermosura.
¡Oh, el boston, el baile es la vida!
Niñas adorables, no hay que desdeñar
el boston. Es la musa rítmica, la propicja
á los amores, - y el amores el dulce engano
de la vida, y entre tantas vanidades es la
única que vale, y entre tantas revelacio
nes, es la única que salva.
Abraham Z. LOPEZ.
Montevideo, Abril 2 de 1898.
JS&Q,
PAISAJE
Para Evaristo G. Ciganda.
Noche estival. La luna vierte su lumbre.
Flotan velos de nácar sobre la cumbre.
La brisa trae del llano suaves arpégios,
monólogos y trovas.—Palacios régios
simulan en la altura las nubes blancas;—
el arroyo á la sombra de las barrancas
murmura una leyenda triste, de amores,
besándolos ramajes.—Hojas y flores
reflejan claridades.—Resbala si viento
tan vagaroso y débil como un aliento
que apenas se percibe.—Perfume leve
exhala de su cáliz la flor de nieve,
y los pájaros pían adormecidos,
como niños cansados entre los nidos.
Llegó la flora sombría de las tristezas;
las luciérnagas brillan en las malezas
con fosfóricas luces.—Eco lejano
de un “triste” de guitarra vibra en el llano,
mientras por el espacio sigue su marcha
el satélite albino como la escarcha.
De la incierta guitarra sigue el rasgueo.
La canción, voluptuosa como un deseo,
al soplo de las auras se desparrama
por la inmensa llanura.
Sobre la grama
que me sirve de lecho, siento el encanto
del idilio silvestre, virgen y santo.
Mil seres ignorados, genios sencillos
de las frondas agrestes, que en los castillos
de campánulas y hojas amontonadas,
viven, forjando sueños como las hadas.
Mariposas azules, que entre los broches
de los rojos claveles todas las noches
encuentran aromados lechos nupciales.
Insectos encendidos, que en los juncales,
confundiendo sus luces vuelan ó saltan.
Pecesillos inquietos que el agua esmaltan
■le plata y oro,—¡cómo comprendo ahora
los misterios del bosque!—Que si la aurora
en explosión alegre la tierra alumbra,
son mas dulces los goces de la penumbra;
y las aves que arrullan sobre la alfombra
del perfumado cesped,—aman la sombra;
hallando el incentivo de sus ternuras
en los nidos que abrigan las espesuras.
Do un pajonal ardiendo se vé la hoguera;
luego ios alambrados y la “tranquera”;
el camino que pasa junto ála quinta
blanco, recto y angosto como una cinta.
La luz del rancho oxila.—Sigue el rasgueo,
y el canto voluptuoso como un deseo...
Después el rumor cesa,—y en el tranquilo
sopor de la llanura, se oye el “estilo”
que el “payador” arranca del instrumento; —
la expresión elocuente de un sentimiento,
que, acaso en ese instante se espande y vuela,
como un alma que busca su alma gemela.
¡Idilio venturoso, Psiquis te enciende!
El corazón amante que te comprende,
late con tus latidos, en tí se inspira,—
emocionado vibra como una lira,—
y el secreto mas hondo, mas esquisito,,
penetra de tu mundo, que es infinito.
Ya la luna se oculta detrás del monte;;
vapores sonrosados del horizonte
se elevan silenciosos;—en la floresta
suenan débiles notas;—es que la orquesta-
de músicos alados, en la espesura
preludia los acordes de una obertura.
A la luz indecisa todo despierta.
Se anima la campiña que estaba muerta;;
los remansos se agitan en leves olas;
hay matices lujosos en las corolas;
por los campos arados la torcáz vuela,
el cisne en la laguna deja una estela;
la brisa pasa y mueve los alfaltares;
dan reflejos de acero los tajamares;
y las quejas, los ecos y los murmullos,
son trinos, son caricias y son arrullos.
Solo reposa el rancho sobre la alfombra
de la gramil la verde,—porque la sombra
aviva las canciones y los amores
que ocultan en sus almas los “payadores”.
Santiago MACIEL.
Montevideo, Abril 2 de 1898.
esti
María de magdala
Hace largo rato que nos detiene ante eb
último cuadro de Bersani «Consumatum
est!» la emoción estética que nos despertó
á la vida del Arte después de haber pa
sado tan luengos dias, lejos de sus crea
ciones divinas que nos atraen con raro
delei te nunca igualado por la sensaciones
de los placeres materiales.
El «Consumatum est!» de Bersani reve
la á Jesús en su sacrificio imponente de
un modo nuevo, original, no tratado
hasta ahora, por los que nos han hecho
un Cristo idealizado mas que racional, un
Cristo de leyenda mística mas que el pro-
tatipo genial de la humanidad del Amor, de
la Libertad y del Derecho.
Este Cristo de Bersani es racional; obe
dece á la historia más que á cualquier
dogma que - lo caricature. Es que sabe
Bersani que el artista es el verdadero his
toriador que narra al pueblo con el color
y la línea el carácter típico de una perso
nalidad relevante con tal «verismo», que
no lo haría la pluma descriptiva de Gon-
courtó de Zila, esos gloriosos pintores del
estilo literario.
A los piés de Cristo, que ha plegado,
dulcemente lacabezay murmura las pa>
bras «Consumatum est!», se mira á la be
lla Maria de Magdala contemplando con.
ávida ternura al amado de su corazón, en
esa hora suprema que vé huir la vida del
rostro adorado, del cuerpo de su esposo,
ideal que ella cubrió de perfumes de nar-