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LA TIDA MONTEVIDEANA
01
En un mundo de dudas me perdía!
¿La ingratitud podía
Hallar abrigo en su inocente pecho?
¿No era acaso sufáz límpido espejo
Dó brillaba el reflejo
De un corazón para cariños hecho?
Abrumado por negro pensamiento,
Convulso y sin aliento
Como débil arbusto me ajitaba;
No podía creer en el olvido amargo,
No podia, y sin embargo
Lloraba sin saber por que lloraba!...
. ... ••••••**»
Ubaldo RAMON GUERRA.
Las Piedras, Abril l.° del 898.
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PILUJELÜ—(Grabado en boj «leí notable artista A. Daupenarie)
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Basta ya de ensueños, mi encantadora
Elsa, tu Lohengrin te espera con ansia
Joca; ven! contemplemos juntos las agonías
de la tarde, el crepúsculo nacarado, la un
dívaga claridad del día que agoniza >
muere: mira como las regiones azules se
truncan tristemente en el verdi-negro
de las lejanías, como la sombra precurso
ra de la tiniebla escala la altura de las
águilas y al transponer la curva lumino
sa del espacio, invade las álgidas regio
nes del silencio ¿ves cómo se enciende y
se pone cárdena la fimbria de los irus
opalinos? Pues así.coloran tus mejillas el
nacarado y elrosa,cuando siente la presión
dulcísima ó el roce impalpable de unas
alas... mira como al acabarse esa pom
pa régia y triunfal de los cielos, la sombia
se inicia en la tierra y el misterio a a
las almas, cuando al caer el tor ? e ® .
pelo de los mundos como inmenso sudar
sobre la naturaleza ahoga todas s ,. V
plosiones de vida, todos sus centelleos de
luz... Pero ya aparece ¡oh mi nina ang.