Full text: 2.1898,10.Apr.=Nr. 39 (1898000239)

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LA. VIDA MONTEVIDEANA 
Santiago; eres cristiano y y° también 
lo soy: mi venida no tiene otro significa 
do que la práctica de la ley de Cristo, el 
perdón de las ofensas. No he podido ofen 
derte á sabiendas, puesto que ignoraba 
que existiera un Santiago Barco. Te per 
dono el daño que me has hecho y querido 
hacer. Desecha de tu corazón la ira. _ Y 
como señal de regeneración, acepta el in 
dulto que Su Majestad la Reina está dis 
puesta á concederte. 
Desde la aparición del coronel, Santia 
go habia palidecido; se levantó y tomó 
correctamente la actitud del inferid 
respecto de su jefe. 
—No quiero el perdón, repitió en tono 
frió y firme. 
—Oye bien: la cosa es sencilla, están 
hechas todas las gestiones; solo tie 
nes que poner tu nombre aqui con la 
firma é inmediatamente renaces a la 
vida. 
—¡No quiero la vida! 
—¡Desgraciado! piénsalo bien; tienes 
diez y siete años; ere inteligente, valiente, 
esperaba la dicha de la vida, y sin tu 
firma al rayar el dia de mañana habras 
muerto. . 
—La vida no me promete dicha al 
guna. 
—¡Exageras! ¡Orees quizás que tu em 
pa pesará sobre tu existencia y te mar 
cará con la infamia! No: tu falta es el error 
de un momento, un arranque que noso 
tros los españoles comprendemos y escusa 
mos; no eirtra en nuestras costumbres 
considerar como acción deshonrosa la ven 
ganza abierta y franca de una rivalidad 
por medio del asesinato. El interes de la 
disciplina militar hacia necesaria tu con 
dena; descartado este punto de vista, to 
dos conspiran à tu favor. Podrás vi 
vir con la cabeza alta, te doy mi pala- 
bra. 
Santiago sonrió desdeñosamente. 
—No quiero viuir, replico con lenti- 
. tud. 
PONT3EYREZ. 
( Continuará). 
* jgggfaw&um Mpr 
MI VIRGEN 
A R. T. 
Tiene el cabello de la virgen mía 
el color de la sombra y la tristeza, 
y hay en sus bucles, de radiante brillo, 
el períume del nardo y la azucena. 
Hay en sus ojos, do aletean las dichas, 
la fascinante luz de las estrellas, 
ojos que evocan al mirar radiantes 
de pasional amor, sacro poema. 
Tiene en stf rosíro de jasmín, los tintes 
de una aurora oriental, pura y risueña, 
y hay en su garbo, de columpios suaves, 
de uu arpa vibradora la cadencia. 
Su sonrisa es fulgor de una ventura 
que aromatiza y á la par inciencia 
y hay en su voz arrullos, que parecen 
ser desprendidos de una guzla persa 
Vive en su alma; la flor del sentimiento 
que es de virtudes celestial embláma 
y a acaricia la nieve de su frente 
el beso de las dichas sempiternas. 
Asi es la virgen púdica que adoro 
con el fervor de mi pasión inmesa 
y la que inspira mia sentidos cantos 
en la noche fatal de mi existencia. 
Amancio D. SOLLIER. 
Montevideo," Abril 9 de 1898. 
íQLQn: 
Tu cerebro magnífico y potente 
concibió de otro mundo la existencia, 
y escuchando la voz de tu conciencia 
y el noble empuje de tu clara mente 
En pos del ignorado Continente 
se lanzó tu soberbia inteligencia, 
que al fin enenentra la dorada creencia, 
colocando un laurel sobre tu frente. 
Y fuiste grande; más la vil materia 
envidiando tu gloria sin segundo, 
hizo que luego la fastuosa Iberia 
Te diera penas y dolor profundo; 
“dejándote morir en la miseria 
“el Rey ingrato á quién legaste un mundo! 11 
David V. GONZALEZ. 
Durazno, Abril 8 de 1898. 
faz adorable en aquel lienzo que sirve de 
instrumento á una piedad tal noble y 
nerosa. 
¡Oh, Dios mio! Todavia Jesús sube pe 
nosamente la empinada senda del Calva 
rio, herido por unos, blasfemado por 
otros, desconocido y atropellado en su 
doctrina, en su moral en sus ministros. . 
en la obra toda d9 su infinita misericoi" 
dia, que es la Iglesia Católica. 
Le sigo, pero no de cerca, compadéz" 
come de sus dolores, pero no me atrevo á 
aproximarme á È1 para aliviárselos; beso, 
á las veces con efusión, el reguero de 
sangre que deja en su camino, pero me- 
falta arrojo para salir resueltamente á su 
encuentro é imitar la conducta de la san 
ta mujer por todos y por mí mismo cele 
brada. 
La fiereza de los sectarios, las exi 
gencias de la sociedad, el temor al ridi 
culo, las propias conveniencias, el interés, 
la indeferencia, el egoísmo... todo me de 
tiene. 
¿Puedo esperar, como recompensa, que 
Jesús deje grabadas en mi alma sus fac 
ciones divinas, y con ellas la hermosura 
de sus virtudes, y los esplendores de su 
gloria?... 
Elobexcio JARDIEL, 
esús encaen 
ira á la 0 Verónica 
todo por. LA.PATRIA. 
¿Quién es esta mujer que sale al en 
cuentro de Jesús en el camino del Calva- 
vario y que se acerca su rostro divino, 
desfigurado por la sangre que se des 
prende de la cabeza coronada de espinas 
y por el copioso sudor que le arrancan 
sus sufrimientos? 
No lo dice á ciencia ciertala tradición; 
pero el alma piadosa lo adivina, y en 
su lenguaje misterioso da á esta inujeL 
el nombre de «Verónica», que quiere 
decir «Victoriosa»: victoriosa del mundo 
por encima del cual pasa sin miramiento 
para llegar hasta Jesus, vendido y des 
preciado y condenado a muerte, victorio 
sa de los soldados y sayones que rodean 
á la sagrada víctima, de quienes ni las 
injurias la intimidan, ni la asustan las 
amenazás; y victoriosa de si misma, que 
es la mayor de las victorias, haciendo 
que al amor y á la compasión cedan y 
se rindan las repugnancias de la natu 
raleza. 
Valor ejemplarísimo que premia Jesu 
cristo dejando impresos los rasgos de su 
Con este titulo acaba de editar lujosa 
mente la casa Esteve, una marcha mili 
tar para piano, original de la distinguida 
señorita Emelina Viera, la cual la dedica 
al Excmo. Presidente Provisional de la 
República. 
Ya en otra ocasión,—con motivo de la 
primera pieza musical que la señorita de 
Viera hizo conocer al público,—tributa 
mos á la novel compositora nuestro mas 
sincero aplauso á la vez que la alentába 
mos al cultivo del divino arte. 
En la marcha militar,—que nos ha 
agradado infinitamente — notamos gran 
progreso musical en la joven compositora 
por lo que no dudamos verla dentro de 
poco ocupando uno de los primeros pues, 
tos.entrelos amantes déla música nacional 
mas distinguidos. 
«Todo por la Patria» agradará induda 
blemente á nuestra sociedad como nos ha 
agradado á nosotros por lo que nos permi- 
mo i recomendarla al publico. - 
Felicitamos á la señorita Viera por su 
nuevo triunfo alcanzado.
	        
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