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VIDA MONTEVIDEANA
en especial el del indio, no se admirará de
esta resistencia, de este aguante incompa
rable.
El último en rendirse, yendo delante de
todos, ese gana la carrera, y con ella la no
via el afortunado que le rige. Y la gana tam
bién el que, antes de aplastarse los parejeros
se adelanta á los otros corredores tres cuer
pos de caballo.
El corredor victorioso acude ufano al pa
lacio de la disputada Dulcinea, quien com
placida, sale á recibiíle, después de haberle
estado esperando con impaciencia largas
horas, palpitante de gozo y de orgullo.
Finalmente los padres ó parientes de la
novia entréganla al vencedor con las forma
lidades que para casos tales tienen por cos
tumbre. El favorecido hace sendos regalos á
los miembros de la familia de la desposada:
á este un caballo, á aquél una lanza, á otro
una vincha, un poncho, cualquier objeto que
le sea apropiado Ò de estima.
Por los úLtimos años del señorío de los in
dios en la Pampa, establecióse como ley del
desafío, en junta de caciques, que la prome
tida joven no recibiese al ganador hasta que
desde el comienzo de la carrera no hubiesen
transcurrido doce horas justas, que es el
tiempo que se calcula puede durar á lo su
mo. Adoptóse esta providenc a, porque ocu
rrió tal cual vez que aspirantes que habían
quedado rezagados en la carrera, tuviéronla
desfachatéz (perdonable por su objeto), de
presentarse en la casa de la novia, diciéndo
se vencedores.
Por lo visto, las jovenes pampas, en eso de
dar su mano, no tienen, como suele decirse,
escrúpulos de monja. Es verdad que tam
bién de las nuestras dijo un mal intenciona
do poeta (D. Manuel del Palacio):
Una mujer y úna libre
apostaron a correr;
y como el premio era uu hombre
se loganó la mujer.
Daniel GRANADA.
Montevideo, Abril 3O de 1898.
LA CIENCIA Y EL ARTE
I
II
La ciencia es la palanca poderosa
Que mueve el mecanismo del progreso,
Es la fuerza motriz que al mundo impulsa
A sorprenderlo á Dios en sus secretos.
Es el foco de luz que nos alumbra
Las obscuras cavernas del cerebro,
Cuando en revuelta confusión se agita
Buscando la verdad el pensamiento.
La ciencia es el sistema de Esculapio
Que en una tioj una flor, en un insecto,
Encuentra el gran problema de la vida
En tósigos mortíferos envuelto.
E; el gran telescopio del astrónomo
Con que descubre en el espacio inmenso
Los astros que á millares se amontonan
Y cuyo sorprendente movimiento
Nos señala minuto por minuto
Por la fría razón de su instrumento.
Es la imantada aguja del marino,
Es la sonda y el pico del minero
Can que el globo terráqueo despedaza
Buscando los tesoros de su seno.
Es el rayo que Franlçliu encadena
Con débil barra de platina y hierro;
La faerZa del vapor rompiendo osada
Las impetuosas olas del.Océano.
E> el alambre eléctrico que lleva
Desde un mundo hasta el otro pensamiento
Uniendo con la América la Europa'
a! suave impulso que je imprime un dedo.
La ciencia es la diadema de los sabios
Que arranca los secretos del Eterno,
Es el fuco de luz que nos alumbra
Las obscuras cavernas del cerebro
Cuando en íevuelta confusión se agita
Buscándola verdad el pensamiento.
III
¿Y el arte, cuyo hermoso panorama
Del. gian cuadro de Dios es el bosquejo,
No tiene cual la ciencia sus encantos,
Y el eco arrobador del sentimiento?
Cuando á la voz del Dios omnipotente
Surgió la tierra de las densas brumas,
El suave soplo del primer ambiente,
Y el mar con sus levísimas espumas;
Cuando dióle á la tierra lozanía,
Aves y bestias de estructuras bellas,
Cuando hizo arder el luminar del dia
Y esparció por el cielo las estrellas;
Entonces, Dios, con su saber profundo,
Aún haré, dijo, lo que más asombre,
Y á imagen de él, para Señor del mundo
Hizo brotar la majestad del hombre.
A el hombre íué de la creación entera
Su más sublime, su primer portento,
Cuando le dió por colosal lumbrera
Una alma, una razón, y un pensamiento.
Conjunto hermoso que asombrado hechiza,
En' donde el arte y el saber se encierra
Digna creación del Dios que fertiliza
Regando con sus lagrimaba tierra!
lisa es la ciencia, espejó de grandeza,
El arte, que nació del crárrto humano,
Esa es la luz que vierto la cabeza,
Es;i es la gloriadle alcalizó la mano.
*
Rásgame, oh ciencia, tus espesos maíllos,
Arte, descubre tus secretos bellos;
Voy á cantar su gloria y tus encantos;
¡Dadme.de Dios los mágicos destellos!
El arté, es el ideal de la hermosura,
Es la sublime ráfaga del genio
Que imita es sus gigantes harmonías
La harmonia colosal del Universo.
El arte es el poema de la histeria i
Escrito sobre páginas de acero,
Es el buril que graba y eterniza
De la humana grandeza los destcllos.f
El arte es una gota de rocío
lie imprime en una flor su bf
Reproducida por esmaltes de oro
U
Que imprime en una flor su blando b'e^o
A
Y blanca perla aprisionada en ellos. , X
El arte es el pincel que reproduce À
Csanto hay de grande, de sublime y bello,
Robándole su encanto ala natura
Y arrebatando su belleza al ciclo.
Es de David el arpa quejumbrosa
Sanando e‘n los confines dei desierto,
Y el mágico vioffn de Paganini
Embelesando el alma con su acento.
El arte son las cúpulas gigantes
Que atrevido levanta el arquitecto,
Señalando á su paso las edades
Con cifras de sob.ifios monumentos.
Ls el soplo inmortal que el estatuario
Imprime al mármol con cincel de fuego
Eteifúzando la envidiable gloria,
La el inunda invisible del recuerdo.
El arte es el ideal de la hermosura,
Es la sublime ráfaga del génio
Que imita en sus gigantes harmonías
La harmonía colosal del Universo.
IV
Cienciasy artes! porvenir def mundo,
•A-plración eterna dél talento,
Sólo son poderosas las Naciones
Cuando las rije vuestro vasta imperio.
Y es que teneis por hálito la gloria,
Las guirnaldas del genio por trofeo,
Los primeros talleres la; escuelas
Y por templo inmortal el. Universo.
Alcides DE MARÍA.
Montevideo, Abril 30 de 1858.
EL ÚLTIMO ESCÁNDALO
lie vuelto á leer la crónica otra vez; la he
subrayado, la he meditado, y siempre he
dado la vuelta á una conclusión lógica, es
trecha, de hierro: que nuestra actual socie
dad excluye el sentimiento por inútil; esto
es, porque no produce oro, mucho oro.
Es esta la crónica, que corto de un diario
de Buencs Aires, entie la narración espeluz-
n nte del ú’limo robo y un bombo á cierto
aperitivo que lo cura todo, desde los callos
hasta la c ilvieie:
«Un joven médico del Hospital Rawson
acaba de ser sorprendido en interesante é
intimo coloqiro con una hermana de Cari
dad. El medico ha sido destituido y la her
mana fue enviada á un convento de Cór
doba.»
No dice más. Así, concisa, como un edicto
poliu i ul, la crónica; ni una linca más. ante
aquel drama emocionante, capaz él por sí
solo de levantar de aplausos toda la platea
de un teatro inteligente, capaz de inspirar
el cuadro más sublime de un artista del co
lor; capaz de ser el motivo más nuevo, más
sugestivo, más bello, que nunca ha tratado el
alma melódica del génio, Verdi.
¿Creeríais á un amor de la carne, á una
pasión del instinto de la bestia en celo, y no
el amor de dos séres inteligentes, nobles,
preparados por el dolor diario que combaten
y no al amor que enaltece los corazones á
despecho cid rigor castrense del dogma y
del mandato autocrático del deber?...
El que.se crea capaz de acusar á aquel mé-
dlco y á aquella hermana, si es que se siente
fuerte en ocasión igual, en ambiente igual,
bajo la impresión diaria del afecto por los
que sufren, déla piedad por los que mueren,
del placer por los que saludan de nuevo la
aurora de una vida renovada por ios cuida
dos de la Caridad y por los adelantos de la
Ciencia, el que no se siente capaz de amar
asi, con tal potencia de afecto, de hacer que
se o’vide.el deber cientifico y el juramento
de la castidad forzada, que le arroje la pri
mera piedra!
I Pero,, no! Le arrojaremos todos la prime
ra flor; aquella que ha abierto mis lozana
eael rincón alegre de nuestros jardines. Le
arrojaremos el p:iner ramo de Coletas que
nos han traído las brisas frescas de este Oto
ño luminoso, dorado por las tardes esplén
didas en que los últimos rayos del sol ponen
nimbos de luz en las frentes de las bellas.
Yo no condeno á los amantes. Yo protesto
contra un Regí miento que destituye á un
médico por el delito de amar y con ja un
dogma que enclaustra á una hermana de la
Caridad por el mismo detil t y la condena á
morir tísica, de anhelos, sedienta de gozar
esa vida cuya puerta le han entreabierto las
frases de cariño del jóveu apóstol de la sa
lud. Yo protesto!