Full text: 1.1915,1.Sept.=Nr. 5 (1915000105)

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Evocando, □ □! 
(Para PÁGINA BLANCA) 
La montaña de la vida se sube 
ligera como un pájaro en alas de la 
esperanza, y se baja tristemente como 
un inválido en brazos de los recuer 
dos.— Julio Herrera y Obes. 
“OP listezas me sugiere la calma infinita del cre- 
púsculo. Evocaciones la soledad interminable 
de las horas saturadas de melancolía. Y como un 
espíritu de alas muy sutiles vagan en el espacio 
etéreo los recuerdos. 
¡Quién sabe si ha pasado un siglo o un ins 
tante! El alma no mide por la extensión del tiempo 
lu intensidad de las reminiscencias. Y qué im 
porta que el reloj haya marcado una sola hora 
si hemos vivido cientos! 
Alegremente vamos recorriendo la senda flo 
rida de la existencia que está cubierta de rosas 
Y de heliotropos, de nardos y de margaritas, de 
azucenas y de lirios; solo absorbemos de ellas su 
perfume, que es todo un albor de primavera; 
pero ansiamos ver más. Nos falta tanto! 
Apenas si podemos contener nuestra respira 
ción, que en alientos entrecortados sale de nues 
tros labios. 
¡Cuánto nos falta para llegar hasta la cumbre! 
dice la esperanza coronada de rosas. ¡Cuánto nos 
falta! ¿Cómo será la vida desde la cima de la 
montaña? ¿Qué habrá sobre ella para que tanto 
ansiemos posarnos? 
Debe habitar allí el hada de nuestros primeros 
cuentos llenos de fantasía, leídos en la infancia- 
Debe haber genios encantados transformados en 
piedras, en árboles, en bestias. Deben existir ena 
nos de luengas barbas que conocen todos los 
recodos del camino y que han oído la voz de los 
elementos: el agua, el viento, el fuego. Tendrá su 
mansión el príncipe azul que hemos visto apa 
recer en nuestra primera novela de amor. Lo 
vemos tan rubio como las espigas del trigo, tan 
casto como las azucenas del camino, tan pode 
roso como un rey de las Indias, tan valiente como 
un gladiador. Allí debe anidar el pájaro azul de 
los ensueños quiméricos. 
¡ Cómo debe ser la vida desde la cumbre! Se 
oirá la voz del agua que clama en la fontana. 
Serán sonrosados todos los horizontes. Rielará la 
luna en su disco de plata, sobre el mar esme 
ralda como las praderas. 
Es esta la juventud con sus ojos iluminados por 
la luz del alba, con los cabellos cual manto de 
estrellas sobre los hombros, con su voz cristalina 
como un murmullo de pájaros, guiada de la mano 
por la esperanza benéfica y sublime. 
Pero, ¡cuán pronto se llega a la cumbre! Los 
cabellos ya tienen la aureola de las nieblas, los 
ojos el color apagado de los crepúsculos, y se 
camina guiado por la mano vacilante de los re 
cuerdos. Desde allí la vida tiene otro albor. Se 
mira la senda recorrida y las flores de otrora 
son espinas, los cantos ecos... 
Miserable del que llegado al ocaso no sienta en 
su alma, como un sudario, la voz de los recuer 
dos. Si es sublime la esperanza que nos acom 
paña en la vida y nos lleva de la mano por la 
senda de flores, más sublime aún es el recuerdo 
que nos baja en brazos por el calvario de espi 
nas de la existencia, como una última rosa de 
Mayo, helada por la escarcha, 
Si en la esperanza tenemos la fe, el ensueño, 
el idealismo; en el recuerdo tenemos la resurrec 
ción de lo pasado, que no vuelve jamás; pero 
que se alienta eternamente en el alma. 
Mi.mi Pinsón.
	        
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