PÁGINA BLANCA
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villaga y profesora señora Muller provocaron tam
bién entusiastas ovasiones. Constituyó nota vi
brante la de arpa a cargo de la bellísima e inte
ligente niña María del Pilar Lichtemberger. Pose
sionada esta con desenvoltura y gracia del ins-
ti umento, interpretó sentida y artísticamente, reve
lando condiciones que son verdaderas segurida
des de éxitos futuros. El niño Martín J. López
■ecitó con dicción y mímica de diplomado. Fue.
en definitiva, una velada digna de la noble ins
piración que la motivó.
EnSáees
En la segunda quincena del entrante Diciem
bre se realizará la boda de la distinguida señora
Emilia Castellanos de Seré y el caballero Hora
cio Acosta y Lara. La ceremonia tendrá carác
ter íntimo.
Hcm
Preouni'ona. — Son personas distintas Marga-
1 lta d e Sierra de Sánchez, esposa del Ministro
C e Guerra y Marina y Margarita de la Sierra,
directora de PÁGINA BLANCA. Más de cuatro
i de ocho han incurrido antes que usted en la
™ ls ma confusión. Y no será usted la última, pro-
‘iblemente. En cuanto a los términos elogiosos
Ce su amable cartita, resultarían justicieros apli
cados a aquella distinguida dama e inteligente e
estrada colaboradora. Aplicados a la que escribe
estas líneas, resultan en extremo lisonjeros.
Coralina. — Según parece, es usted apasionada
P°i la poesía decadente. No le alabamos el gusto,
Pero lo respetamos. Parece también entusiasta
P° r la libertad de pensamiento. No está malo eso,
ni rnucho menos, a condición de que no se exagere
o mutile el concepto. Y es lo que revelan algunas
e sus figuras literarias. Franquean el límite y
les Piran en el ambiente de la licencia. De ahí
^ Ue no publiquemos sus «Amorosos».
Eleonora.—No recordamos quien dijo que en
a Esencia se cuenta al principio por minutos el
t J° m Po de la separación; luego por días; más
a, de por semanas; después por meses; final.
nie nte... no se cuenta. Ciérrase la suma en el
* eer o» del olvido. No quisiéramos llevar a su alma
Una nota de amargura. Pero, nos parece previ-
s °r recordarle lo expuesto.
María Antonieta (Rocha). — Puede hacerlo por
jYrta, dirigiéndola a la misma agencia «Aux Ga-
er ¡es Lafayette», Avenida 18 de Julio 965. La
Casa tiene catálogos que los dá gratuitamente.
"Para fortificar la raíz del cabello, recomendá
rosle el Mciwel. Dá excelentes resultados. Far-
mac ia Beisso.
EiBERrA Ríos. — Su artículo no es publicable.
mena usted demasiado contra los hombres. No
°d°s son malos Sucede con ellos lo que con los
reion es. El caso es acertar en la elección.
Carola de Nev*r. — Por punto general puede
mberse lo que ha sido un anciano en su juven-
ac h conociendo sus condiciones morales y físicas,
m criterio con que juzgue actos buenos o malos,
nos dirá las primeras. Sus dolencias o achaques
n °s dirán las segundas. Es claro que esta regla,
e °ro todas, admite excepciones.
María Elena — (Meló).— No tenemos respuesta
P ar á su consulta. O, mejor dicho: no la hay de
resultados eficaces. Está usted profundamente
enamorada. Quiere ello decir que juzga con el
corazón todo cuanto se relaciona con él. El co
razón no razona. Luego...
Eolia. — Es posible que la familia a que se re
fiere haya sido demasiado severa con usted. Pero,
permítanos observarle que no está usted exenta
de culpa. No siempre es acertado ni oportuno
poner en posesión de la verdad al primero que
esté en condiciones de oirla. La reserva no acusa
en estos casos falta de conciencia moral. Solo
acusa discreción.
Celosa.— (Salto).— Inútil que busque fuera de
usted remedio para su mal. Está probado que la
celotipia es una dolencia del espíritu solo curable
por la disciplina de nuestra voluntad. Sea usted
.enérgica consigo misma. Resista y domine sus im
pulsos pasionales. Levántese altiva contra sospe
chas y cavilosidades. Refórmese, como diría Rodó.
Es cuestión de policia interna, si se nos permite
la frase. Del exterior no espere nada. O, muy
poca cosa.
Lina. — (Durazno). — Envíenos detalles acerca
de la nobilísima actitud de la obrera a que se
refiere y le dedicaremos las líneas que nos pide.
En cuanto a la observación que nos formula, es
equivocada. En general simpatizamos con las obre
ras por el hecho de serlo.
Dora. —(Mercedes).— Investigaciones muy auto
rizadas, hechas últimamente, afirman que los cha
rrúas se encontraban en el país desde pocos años
antes del descubrimiento de nuestro gran río. Las
mismas llevan a la conclusión de que vinieron de
las regiones occidentales.
El verdadero nombre de esos cerros es «Tu-
pambaé». No «Tupambae», como se dice gene
ralmente. Significa en guaraní o tupí «sitio de
Dios» o «sitio sagrado».
Camelia Gris. — Es aventurado afirmar lo que
usted afirma. Así como han desaparecido las lla
madas «lenguas muertas» y creado posterior
mente las que existen ¿por qué no habrían de
desaparecer estas y verse sustituidas por otras?
No es improbable la llegada de un día en que
todos hablen la misma, que puede ser alguna de
las actuales o una nueva, distinta de todas y más
rica y perfecta.