Año 1
Montevideo, Noviembre 15 de 1915
Niim. 10
Directora: MARGARITA DE LA SIERRA
Administradora: ELENA ViCTORICA ALVAREZ
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REVISTA FEMENINA
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es
í „ llsi 110 pasa día sin que nuestras familias co-
n °cidas reciban invitaciones para que presten
eg Conc urso pecuniario a «obras de caridad». Hoy
en Cn 1111 biógrafo, mañana en un teatro, pasado
J*n hotel. Esta en pro de heridos, aquélla de
uóifanos, la de más allá de indigentes, la que le
b . Ue de tal o cual institución. Diríase que hay
[]ç lenes P a decen de fiebre de filantropía. O quie-
de Se com P^ acen en P oner a prueba los recursos
a imaginación para idear motivos.
• n muchos casos trátase sin duda alguna de
fijaciones salidas del fondo del corazón, sanas
n °bles, como surge el raudal de la peña, puro
~ cristalino. Pero, en otros no. En otros es el
l e ^ n exhibicionismo, el prurito de aparecer en
as cíe molde y presidiendo en sitios de prefe-
e ?5’ a * os festivales que se realizan.
Hilos mal si en resumen de cuentas resulta-
. n beneficiados los elejidos, aunque fuesen habi-
f antes de Marte, Saturno o Júpiter. Más con
e cuencia no sucede así. Con frecuencia el pro-
úcido de las entradas o localidades distribuidas,
‘Penas alcanza a cubrir los gastos, que suelen
abulta
zas
los
arse innecesariamente por efecto de largue-
en adornos, obsequios a los intérpretes de
programas y otros renglones de que sería
fieido prescindir.
-a.s crónicas de los salones sociales citan ocu-
rre ncias al respecto, de significación decisiva. En
Cierta fiesta de alguna resonancia, por ejemplo,
latiéronse en alquiler de local, luces, adornos,
obse
^ finios y utilización de automóviles, alrededor
.escientos cincuenta pesos. Cuando se verificó
a liquidación en boletería, sólo restaron para los
p °fejidos, treinta y tantos! Sin género de duda,
j- u alquiera de las damas que patrocinaron aquella
c bn'a podido donar esa suma y algo más, sin
Sl °nar en lo mínimo sus intereses. Quiere decir
fine no se llevó socorro apreciable a nadie y en
jyimbio se impuso un gravamen a muchas fami
lias
fiue, no por el hecho de ser conocidas, están
dt caridad °°
en condiciones de soportar todos los días los
egresos de diversa índole que supone la asis
tencia a festivales. Y el caso se ha repetido
numerosas veces, aún en términos menos favo
rables todavía. Lo cobrado no ha cubierto el pre
supuesto. Ha sido preciso recurrir a contribucio
nes a prorrata para saldar deudas a adornistas,
confiteros, empresas de autos etc., que fueron en
definitiva los que resultaron favorecidos.
PÁGINA BLANCA ha guardado silencio en
presencia del anuncio y realización de no pocas
fiestas del carácter de las que motivan este co
mentario. Lo ha hecho deliberadamente. Y per
sistirá inflexible en esa línea de éonducta, sin
perjuicio de insistir en la crítica que hoy for
mula.
Es exacto, digámoslo también, distribuyendo
justicia, que la mayoría de las damas que apa
recen patrocinando • obras de caridad», de la
organización y resultados de las que nos ocupan,
lo hace cediendo de buena fe a compromisos del
momento. Se les invita, se les ruega, se les vin
cula a mérito de estas o aquellas causales y,
temerosas de ser sospechadas de egoísmo, o de
que puedan fracasar a causa de falta de su con
curso iniciativas en apariencia tan nobles, con
cluyen por prestarse a figurar en las comisiones.
Lo que ocurre debe servirles de experiencia
aleccionadora.
Está dentro de su rol la mujer cuando se ajita
en beneficio del herido, del pobre, del ciego, del
huérfano, de la madre desamparada, del anciano
desvalido. En el campo de las actividades socia
les, es esa la misión más noble y grande de las
del sexo. Es esa también la que más armoniza
con su organización sensitiva y su capacidad mo
ral. Pero, no extrememos la nota, y, sobre todo,
no incurramos en la debilidad de hacernos cóm
plices de desplantes vanidosos y sacrificios esté
riles, a título de actos caritativos que resultan
verdaderas mistificaciones.