Full text: 2.1916,15.Jan.=Nr. 14 (1916000214)

PAGINA BLANCA 
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esas noticias careceu en absoluto de trascenden- 
*: ia Práctica, deben, en cambio, recibirse con ver 
o-telera pena y despertar en nuestros corazones 
Un movimiento de sana simpatía hacia los séres 
Que se ven en el doloroso caso de romper el 
tniculo que imaginaron eterno en horas de san- 
tas sinceridades, 
ks común que sal- 
^ an a la superfi- 
c * e como ecos de 
I a fatalidad, con 
loada contra dis 
posiciones y es 
fuerzos dignos de 
rc 'speto y alaban- 
2a - En el fondo 
de la 
mayor parte 
e las demandas 
Ce divorcio hay 
° da una historia 
tri stísima de cres- 
p °nes y de lágri 
mas. 
fe 
M. 
1 
O 
ft n el Trocade- 
ro de Paris 
tenido lugar 
na s °lemne ce 
tonia en home- 
a l e a la memo- 
p a cle Miss Edith 
avei __ Una de 
‘ s grandes vícti- 
a s de la guerra 
ai opea. Toma- 
. 0n Parte en ella 
cS Primeras per- 
calidades fran- 
as V manifes- 
‘ r ° n su adhesión 
pUehas de Italia, 
Paña y otros 
Jffe es - En opor- 
n C ld PÁGINA 
f 0 L ÁNCA dió a 
c a ° Cer la acusa- 
b °C contra la no- 
e nferm StÍtUtrÍZ y 
en lera i e i proceso que se le siguió y la forma 
reprd S6 piav ° de xada - N° E a y P ara 
Ca mh' UC ' r ese tristísimo capítulo, y hay en 
la h' 10 ^ Uenas razones morales para relegarlo a 
mav 1St0rÍa días de menos apasionamiento y 
l a ÁjT Ser enidad. Nos limitamos, pues, a ofrecer 
‘ma fotografía de la mártir. 
Miss Edith Cavel 
El pnsiontr© 
(Para paríante df Sierra df Sánete/) 
En la clara mañana todo sonríe. 
Colgada bajo el corredor que brinda fresca 
sombra tras la 
cortina perfuma 
da de las enreda 
deras que lo cu 
bren, está la do 
rada jaula del jil 
guero cantor. 
Inquieta la me 
nuda cabeza don 
de los ojos seme 
jan dos diminutas 
cuentas de azaba 
che, golpea el pe 
queño pico contra 
los barrotes de su 
prisión y canta... 
Parece que los 
alegres trinos con 
que en la ciudad 
nos deleitaba, se 
hubieran trocado 
en tristes lamen 
tos. Hay notas en 
su canto que pa 
recen quejidos; 
otras, gritos de 
angustia. .. 
Es que en los 
viejos pinos que 
rodean la quinta 
resuena el himno 
de los pájaros li 
bres, de los que 
saltando de rama 
en rama llevan 
triunfantes la bri 
zna de paja que 
formará su nido 
de amor. 
¡Cuánta alegría 
en esa canción de 
libertad, que ' el 
jilguero aprisio 
nado escucha 
temblando! 
—«Ven! —pare 
cen decirle los go 
rriones.— Ven! —el cielo está azul, el sol lo in 
unda todo con su radiante luz; vuelan las maripo 
sas entre las flores; ni la brisa más leve agita 
las ramas; volemos juntos. ¡Ven a ver mi nido 
que he ocultado cuidadosamente en la copa del 
viejo pino que me sirve de asilo. Ven! los triga 
les ondulan ya; todos mis compañeros han par-
	        
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