PÁGINA BLANCA
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ñocha, 101(5.
Señorita Beba Rey
y vuelve en el día,
después de pasar
unashorasen el cam
po con alguna res
petable familia de
su preferencia; y
pasan por locos re
matados si, en caso
necesario, la ponen,
también sola, en el
tren, que la conduce
a l Salto, a Rivera, a Mercedes o en los vapores
|a carrera a Buenos Aires. Todos sentimos
* a incomodidad arbitraria de semejantes pre
miaciones, pero ante el temor de que se diga:
"quiere hacerse la inglesa», todas las energías
c ' e reacción inteligente desaparecen. Hacerse
inglesa o norteame
ricana, - que tanto
da — pues si, eso es,
precisamente, lo que
se impone en esta ma
teria, si son los pue
blos sajones los que
ofrecen, con justo or
gullo, el espectáculo
de la mujer redimida;
si, aunque nos morti
fique, debemos confesar que en este, como en
muchos otros rumbos, de allá nos viene la luz de
la civilización depurada y nos ilumina apesar de
que nos cubrimos el rostro para no verla!
Luis Alberto de Herrera.
(^ióojancio^
le
a
vestirá
Sien
oCa ultima moda
para
Señoras y Jíiñas
Azul y blanca
(Para PRSINPt BLPiNCFi]
â ztil es el cielo que nos cobija; la flor del ca
si malote que mece su tallo al soplo de la brisa
Hguetona; azul es una de las más bellas páginas
del Libro de la
Vida; azules
son los ojos de'
ángel que vela
nuestro sueño;
azules son las
ondas del pin
toresco río que
rima sus estro
fas al besar la
ribera occiden
tal ele mi País.
Blanca es la
luz de la « eter-
»
na viajera de la
Noche » ; los
azahares que
coronan la fren
te de la despo
sada; los jazmi
nes y nardos
que adornan
J°s jardines; blanca es la túnica que envuelve a
u inocencia y el candor; blanca es la espuma de
a °la que se levanta, y sube para caer más
tílr de en la vorágine; blanca es la nieve que
ostenta la cumbre de los Andes, y la que luce
en la cabeza del anciano; blancas son las gavio
Que bañan su plumaje en el mar a quien
espiden con un canto misterioso; blanca, es el
alma del hombre honrado.— Azul y blanca es la
gloriosa enseña de esta tierra de promisión con
e,Ue soñó el charrúa, Artigas y los bravos «33» !
Señorita Soledad Barrios
Nima,
¡pao©
TAI ilustre bardo argentino ha tenido la genti-
M leza de honrarnos con un autógrafo que dice:
Buenos Aires, Enero de 1916, — A la amable y
distinguida Margarita de la Sierra rindo mi ho
menaje, haciendo votos porque continúe brillando
como una estrella entre los amantes del arte y
la literatura.—Carlos Guido Spano.
No obstante haber cumplido ya ochenta años
v encontrarse postrado desde hace lustros, el
venerable anciano escribe todavía con caracteres
firmes y claros. La diestra, como el corazón no
bilísimo y el cerebro luminoso triunfan sobre la
acción inclemente del tiempo y las dolencias.
SOCIEbñS) HELENSE