Full text: T. 17.1918,4 (19180017004)

JOSÉ ENRIQUE RODÓ 
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cional que nunca se ha modificado, ninguno ha podido reelegirse 
para un período inmediato. Algunas revoluciones uruguayas 
podrán tildarse de innecesarias o de injustas, pero en ciertos 
casos el pueblo uruguayo no ha hecho más que demostrar de 
ese modo su derecho a ser mejor gobernado. El papel de tirano, 
según los ejemplos de la historia, ha sido siempre allí un pues 
to de peligro. 
El pueblo uruguayo es laborioso y ha sabido explotar los 
veneros inmensos que la naturaleza le brinda. En menos de 
un siglo he realizado una evolución tan asombrosa como rá 
pida. La producción y la riqueza de aquel país, así como su ade 
lanto material y su bienestar económico, son prodigiosos. Las 
cifras comparativas de la población de Montevideo, a. lo largo 
de ese lapso, bastan, por sí solas, para demostrar el progreso 
gradual del país: en 1830 tenía la ciudad 15,000 habitantes; 
en 1852, 34,000; en 1895, 175,000; en 1915, 309,000. Al mis 
mo tiempo ha habido una evolución positiva, intelectual y social, 
que ha contribuido poderosamente, junto con la riqueza econó 
mica, a la actual estabilidad y al buen orden de la vida política. 
Pudiera creerse que en un país que ha sido víctima de con 
tinuas agitaciones revolucionarias, no eran posibles el bienes 
tar económico ni el desarrollo de las fuerzas vivas de la nación. 
Los hechos ofrecen, sin embargo, la prueba en contrario. 
La endemia de las luchas civiles no es causa, sino efecto de las 
condiciones especiales en que cada país se desenvuelve. Si al 
gunas repúblicas hispano-americanas marchan con lentitud en 
el camino de la civilización, a muchas causas, de muy diversa 
índole, hay que atribuirlo ; y el virus revolucionario, en vez de 
ser la fuente de ese mal, es tan sólo una de sus resultantes. 
El derecho a la revolución es un recurso supremo que tie 
nen los pueblos para librarse de los sistemas y organizaciones 
políticos que sean contrarios al bienestar público y a la dignidad 
humana. El fenómeno que se ha producido en algunas repúbli 
cas hispano-americanas, debido a las condiciones precarias de 
la vida nacional, es el de que ese derecho, reservado para casos 
extraordinarios, se falsea, y a él se apela a cada instante, in 
tentando justificarlo con alegaciones bizantinas que no se afian 
zan en una lesión profunda del derecho y de la libertad de los
	        
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