LA POLÍTICA DB LOS ESTADOS UNIDOS, ETC.
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da por el Presidente y el pueblo de los Estados Unidos con la misma
sinceridad con que se la ofreció... El Presidente de los Estados Unidos
aprecia la atención del Gobierno alemán, al darle cuenta de este asunto;
y, sin juzgar ni discutir las reclamaciones de que se trata, está seguro
de que ninguna medida se adoptará por dicho Gobierno en desacuerdo
con sus anunciados propósitos.
Todavía transcurrió un año antes de que el Gobierno de
Alemania emprendiera su acción anunciada contra Venezuela.
Durante ese tiempo la Gran Bretaña, por reclamaciones pare
cidas a las de los alemanes, adoptó la misma actitud del Go
bierno de Berlín ; y, cansadas ya las Cancillerías de las dos na
ciones europeas de las demoras y dilaciones del Presidente Cas
tro, en los primeros días del mes de diciembre del año 1902
se presentaron sus ministros acreditados en Caracas en la re
sidencia privada del Ministro de Relaciones Exteriores y le hi
cieron saber que sus respectivos Gobiernos exigían que dentro
de cuarenta y ocho horas se reconocieran y pagaran las recla
maciones formuladas. Acto seguido los dos diplomáticos se tras
ladaron a los buques de guerra de sus países, surtos en la Guay-
ra, para esperar la respuesta; y como ésta no llegó en los tér
minos pedidos, los buques de las dos potencias—a los que des
pués se unieron los de Italia, que también tenía reclamacio
nes—bloquearon los puertos venezolanos, apresaron varios bu
ques de guerra y mercantes y bombardearon las fortalezas de
Puerto Cabello.
Así las cosas, la Secretaría de Estado del Gobierno de Wash
ington, después de declarar que las medidas adoptadas no cons
tituían un bloqueo pacífico, sino un verdadero estado de gue
rra, propuso en 12 de diciembre a las Concillerías de Londres
y Berlín, de acuerdo con el Gobierno de Venezuela, que se so
metiera la cuestión a un arbitraje. El Gobierno de Venezuela,
para negociar y tratar ese asunto, le confirió plenos poderes
al Ministro de los Estados Unidos en dicha República.
Los dos gobiernos europeos aceptaron en principio las pro
puestas e indicaron como árbitro al Presidente de los Estados
Unidos; pero éste declinó esa oferta, recomendando para el ca
so al Tribunal de La Haya. Así se hizo; se suspendió el blo
queo y se sometieron las cuestiones pendientes a dicho Tribu-