Full text: T. 17.1918,4 (19180017004)

LA POLÍTICA DB LOS ESTADOS UNIDOS, ETC. 
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da por el Presidente y el pueblo de los Estados Unidos con la misma 
sinceridad con que se la ofreció... El Presidente de los Estados Unidos 
aprecia la atención del Gobierno alemán, al darle cuenta de este asunto; 
y, sin juzgar ni discutir las reclamaciones de que se trata, está seguro 
de que ninguna medida se adoptará por dicho Gobierno en desacuerdo 
con sus anunciados propósitos. 
Todavía transcurrió un año antes de que el Gobierno de 
Alemania emprendiera su acción anunciada contra Venezuela. 
Durante ese tiempo la Gran Bretaña, por reclamaciones pare 
cidas a las de los alemanes, adoptó la misma actitud del Go 
bierno de Berlín ; y, cansadas ya las Cancillerías de las dos na 
ciones europeas de las demoras y dilaciones del Presidente Cas 
tro, en los primeros días del mes de diciembre del año 1902 
se presentaron sus ministros acreditados en Caracas en la re 
sidencia privada del Ministro de Relaciones Exteriores y le hi 
cieron saber que sus respectivos Gobiernos exigían que dentro 
de cuarenta y ocho horas se reconocieran y pagaran las recla 
maciones formuladas. Acto seguido los dos diplomáticos se tras 
ladaron a los buques de guerra de sus países, surtos en la Guay- 
ra, para esperar la respuesta; y como ésta no llegó en los tér 
minos pedidos, los buques de las dos potencias—a los que des 
pués se unieron los de Italia, que también tenía reclamacio 
nes—bloquearon los puertos venezolanos, apresaron varios bu 
ques de guerra y mercantes y bombardearon las fortalezas de 
Puerto Cabello. 
Así las cosas, la Secretaría de Estado del Gobierno de Wash 
ington, después de declarar que las medidas adoptadas no cons 
tituían un bloqueo pacífico, sino un verdadero estado de gue 
rra, propuso en 12 de diciembre a las Concillerías de Londres 
y Berlín, de acuerdo con el Gobierno de Venezuela, que se so 
metiera la cuestión a un arbitraje. El Gobierno de Venezuela, 
para negociar y tratar ese asunto, le confirió plenos poderes 
al Ministro de los Estados Unidos en dicha República. 
Los dos gobiernos europeos aceptaron en principio las pro 
puestas e indicaron como árbitro al Presidente de los Estados 
Unidos; pero éste declinó esa oferta, recomendando para el ca 
so al Tribunal de La Haya. Así se hizo; se suspendió el blo 
queo y se sometieron las cuestiones pendientes a dicho Tribu-
	        
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