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CUBA CONTEMPORÁNEA
a quien no te has atrevido a decirla tu amor, la que amas o
amarás, esa, te mirará con mayor dulzura cuando regreses y
sepa que fuiste valiente.
“Prosigue pues tu camino alegremente! No pienses que vas
a morir. No hay que morir. En la guerra la mejor manera de
no caer consiste en darle muerte al que te apunte. Huir, de
nada sirve : las halas alcanzan al mejor corredor. Ten confian
za! La vida hasta ahora ha sido injusta y cruel contigo. Te
debe una compensación. La obtendrás. No te digas: «Voy a
sacrificarme.» Dite: «Voy a vencer.»
“No te avergüences de ser aquel a quien nadie escribe.
Muéstrate orgulloso. Los demás han nacido en familia ya he
cha. Tú tendrás el orgullo de crear la tuya. Ellos han recibido :
tú darás, y tu papel es el más hermoso.
“Una vez más, hijo mío, ¡valor y buena suerte! Y déjame
enviarte un beso, yo que no tengo hijo, a ti que no tienes pa
dre.”
—¡Si yo hubiese... En fin, mejor así...
Antes de podérsele hacer pregunta alguna, agregó Laboulle •
•—Esta vida, mientras más recios de cuerpo y espíritu nos
moldea, más tiernos de alma nos hace.
Marsouille le respondió que no se le había ocurrido pensar
en semejante cosa.
— Tampoco se dan cuenta ustedes de que la guerra nos ha
hecho más sencillos, desinteresados e idealistas.
Tadeo adivinó una pena escondida en Laboulle. Estuvo a
punto de interrogarle. La timidez le selló los labios, contentán
dose con observar.
—Lo contrario sería lo natural. Matando y viendo matar,
viviendo entre moribundos y cadáveres que se pudren bajo
nuestras narices, somos los mismos de antes en vez de fieras
sin alma,
Hace un año, ni muriéndome de hambre me hubiese deci
dido a matar un pollo. En el primer combate, desarmado unos
instantes, estrangulé a un boche. Después de la guerra, si es
necesario, seré capaz de acabar con todos los pollos del mundo.
Entonces seremos algo así como cirujanos de regreso del hos
pital: una vez en casa, no piensan más en si cortaron bien o