Full text: T. 19.1919,73 (19190019073)

14 
CUBA CONTEMPORANEA 
a todos los hombres en la rebelión para llevar a todos su mise 
ricordia”. Caduca entonces el privilegio de un pueblo, tribu o 
imperio, y forma la humanidad toda “un solo cuerpo en Cristo”. 
Nadie queda fuera de la Ciudad cristiana, tan vasta como la Ciu 
dad estoica. “Los paganos, privados del derecho de ciudad en Is 
rael, extranjeros a las alianzas de la promesa, sin esperanza y 
sin dios en el mundo”, ingresan en la misma comunidad, son “co 
herederos”, “miembros del mismo cuerpo” a que pertenecen los 
cristianos. Practican naturalmente lo que la ley manda, porque 
ésta se halla escrita en sus corazones. Tertuliano explicó, usando 
fórmulas griegas, que “la simiente del Verbo se extiende a todo 
el género humano”. 
Del Sermón de la Montaña a los padres de la Iglesia Griega, 
de Cicerón a Pascal, se observa la misma tendencia a la univer 
salidad. El germanismo, en cambio, establece una implacable 
jerarquía entre las diversas razas humanas. Un poeta, Meleagro, 
exclamó: “oh, extranjeros: habitamos una sola patria: el mundo; 
un solo caos ha engendrado a todos los mortales”. El mundo es 
una “gran Ciudad” para Epicteto, es “como una Ciudad”, según 
Marco Aurelio. Todo hombre es ciudadano de este Cosmos en que 
circula el mismo pricipio vital. No somos ciudadanos de Atenas 
o de Corinto, sino del mundo. Las cosas y las personas se asocian 
en un “santo encadenamiento”. La razón, he aquí en todos los 
miembros del inmenso organismo una partícula de Dios que a 
todos confiere el mismo privilegio. Por ella, escribía Epicteto, las 
menores partes del gran Todo, el hombre inferior, el esclavo, no 
son “ni más ni menos que los dioses”. Cicerón decía en su tra 
tado De Finibus: “hay quienes piensan que el mundo entero forma 
en cierta manera la Ciudad de los dioses y de los hombres y que 
cada uno de nosotros es miembro de esta gran sociedad”. 
Todas las sociedades se juntan, todas conspiran al mismo fin. 
Pascal piensa como los estoicos, que “si los miembros de las co 
munidades naturales y civiles tienden al bien del cuerpo, las co 
munidades mismas deben tender a otro cuerpo más general de 
que son miembros.” Cristianos y estoicos reconocen en todos los 
hombres la misma dignidad. Ningún aspecto de humanidad es in 
diferente al personaje de Terencio. El hombre es “cosa sagrada 
para el hombre”, según Séneca. Homo res sacra homini.
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.