ALGUNOS DATOS SOBRE EDMUNDO ROSTAND
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otros arriba, a alcanzar
la gloria, el beso, el placer.
Es ley que aplaudo juicioso,
con mi suerte en buen convenio:
Porque Molière tiene genio,
porque Cristián era hermoso.
Un rayo de luna se filtra por entre el ramaje. Cyrano, deli
rante, va a morir y comienza a hacer un resumen de su agitada
existencia, en versos ardorosos. Presa de súbito frenesí, va hacia
el árbol, tira de la espada, da estocadas en el vacío, como si com
batiera contra la Ira, el Prejuicio, la Mentira y la Envidia; y ex
clama que quiere esperar la muerte luchando, siempre luchando.
Describe inmensos molinetes y termina la tragedia en esta forma:
Cyrano ¡Todo me lo quitaréis!
¡ Todo ! ¡ El laurel y la rosa !...
¡Pero quédame una cosa
que arrancarme no podréis!
Libre de toda impureza,
ha de acompañarme, sí,
mal que os pese!...
(Avanza, levantando la espada, que pronto escapa de su mano;
vacila y cae en brazos de Lebret y Ragueneau.)
Roxana (Inclinándose sobre él y besándolo en la frente)
¿Cuál es?... ¡Di!
Cyrano (Al sentir el beso de Roxana, abre los ojos y exclama) :
¡Ah! (Sonriendo). ¡El sello de mi grandeza!
*
Volvamos a Rostand.
En 10 de marzo de 1900 se estrenó L’Aiglon, en el teatro
Sarah Bernhardt, y en Francia no fué, en los primeros momentos,
inferior su éxito al de Cyrano; éxito puramente circunstancial. Tra
tábase de una obra encaminada a despertar el entusiasmo nacio
nal en favor del Ejército, y Francia entera, movida de un alto
espíritu de patriotismo, coadyuvó al triunfo del drama de Ros
tand. El hecho de interpretar el papel de L’aiglon la gran Sarah,
dió doble interés a la obra.
Fuera de Francia VAiglon no era ya tan interesante.
Como producción dramática, U Aiglon es muy inferior a Cy-