La Habana, die. 1918.
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CUBA CONTEMPORANEA
no son ya la expresión genuina y constante de la literatura de nuestros
tiempos. En cambio, bien poco se encuentra que sirva de contribución
al estudio de los moldes actuales.”
Después de examinar los textos didácticos y de exponer sus defec
tos, da el Dr. Henríquez Ureña una serie de excelentes instrucciones
a los encargados de enseñar nuestra literatura, muy útiles y concretas
y de fácil aplicación. A las que agrega estas palabras:
“De esta suerte, los profesores de literatura no estableceremos,
seguramente, fábrica de escritores; no haremos surgir de las aulas
niños prodigios que sepan enlazar clisés gastados ya por el uso para
construir frases sonoras... Pero sí los enseñaremos a sentir y a pen
sar, a comprender las bellezas que el ingenio humano ha encerrado
en el ánfora milagrosa de la palabra y a palpitar de entusiasmo y de
emoción ante las más puras y más altas manifestaciones del sentimien
to estético de un siglo o de una raza”.
Enrique Gay Calbó.