202
CUBA CONTEMPORÁNEA
ningún modo. Son los antiguos burgueses los que han sido des
truidos. Los fabricantes, los negociantes y sus colaboradores
principales, han perecido en su mayor parte, o han huido. Pero
la burguesía es más fuerte en Rusia, más numerosa, mucho más
numerosa que lo era anteriormente. En la actualidad, casi todos
los campesinos de Rusia son burgueses. Guardan, escondidos en
la tierra, centenas de miles y aun millones de rublos emitidos
bajo el Zar, bajo Kerenski, bajo los Soviets, rublos ukranianos
y otros valores, y nosotros no llegamos a arrancarles sus riquezas.
Con todo eso, la nueva burguesía no tiene ninguna de las tradi
ciones que, en cierta medida, refrenaban los apetitos de la antigua.
En los Soviets había lucha entre los socialistas-revolucionarios
de una parte, y los bolcheviquis de otra. Los dos partidos en
pugna acudían al pueblo. Ahora bien: el pueblo, durante muchos
meses, permaneció silencioso. Aguardaba. Esperaba que el go
bierno encontraría un medio de reconstruir el país de acuerdo con
ese ideal de derecho que vivía en el alma popular. Pero gobierno,
no lo había. No había sino partidos en lucha, que para la acción
gubernativa estaban tan poco preparados como es posible. El
pueblo, sus necesidades, nadie reconocía ni el uno ni las otras;
nadie quería conocerlos. No había preocupación sino por una
cosa: ¿a quién tocaría el poder? Y como, sin embargo, supo
níase que el gobierno pertenecería a aquel que supiera ganar las
simpatías de la mayor parte de la población, era una emulación
de orden especial la que comenzaba a nacer entre los partidos:
cuál de los dos lograría más pronto hacer más promesas al pueblo.
Y hacíanse infinidad de promesas. Tan pronto se autorizaba al
pueblo a apoderarse de las tierras, como de los bienes muebles,
etc., etc. “¡Todo os pertenece! ¡Tomad!” Tal era la última pa
labra de los representantes de los partidos. Y poco a poco el
pueblo llegó a la conclusión de que todos sus ideales y todas sus
concepciones de derecho no valían un clavo. Era así antes, y
ahora era igual: tenía razón aquel que tuviera garras, que su
piera usarlas antes que los otros y más ricamente. En tanto que
los dueños estuvieran en el poder, eran ellos quienes tenían razón.
Ahora los señores habían sido expulsados, y quien tomara su sitio
se convertiría él mismo en señor y noble. Así los socialistas de