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CUBA CONTEMPORÁNEA
desta en los primeros años. Bojer estaba como desorientado, y
hasta 1902 no produjo ninguna obra importante. Para sostener su
pobre hogar trabajó un poco como periodista y escribió varios
cuentos de diversa factura y variada inspiración. Fueron cuentos
filosóficos unas veces, y otras, anécdotas reales; pero en todos
sus relatos los tipos son curiosos y están descritos con gran re
lieve, afirmándose la claridad de visión y el penetrante análisis
del novelista. También produjo algunas novelas cortas, graciosas,
regocijadas, en las que la invención fantástica va unida al buen
humor.
Un éxito enorme fuera de su país afirmó su celebridad. En
1902, los teatros más importantes de Alemania representaron su
drama en cuatro actos Teodora. Es el drama de la mujer ins
truida y libre que desea seguir plenamente su doble existencia
intelectual y sentimental, como sabia profesora y como madre
y amante. Inútil es decir que en este vano empeño la mujer
intelectual y amorosa acaba por caer vencida.
Los pueblos del Norte se preocupan particularmente del fe
minismo. Noruega es el país donde la mujer ha ido más lejos
en sus aspiraciones. No hay más que acordarse de algunas he
roínas de Ibsen. Y también en esta obra, Bojer parecía colo
carse contra las tendencias más avanzadas del público noruego.
Pero, como dice Le Chesnais, “había llegado para él la hora
de no temer a nadie”. La consagración en el extranjero, tan
importante en un pequeño país como Noruega, le colocaba por
encima de los apasionamientos de la crítica.
A partir de 1902, produjo sus obras más esparcidas en el
mundo, sus mejores novelas: Maternidad, El poder de la mentira,
Bajo el cielo vacío, Las noches claras. Estas obras, apenas pu
blicadas fueron traducidas al francés, al alemán y al italiano.
Algunas han sido vertidas también al inglés, holandés y ruso. To
das ellas van a ser conocidas ahora por el público de nuestro
idioma gracias a La Novela Literaria.
Yo leí por primera vez las obras de Johan Bojer a causa de
un paralelismo literario establecido por algunos periódicos de
París. Atrajo mi curiosidad el ver mi nombre unido al del no-