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CUBA CONTEMPORÁNEA
peranza, esperanza siempre! Recibí la cara carta de Abuelita y
la tarjeta de M. R., buena y afectuosa.
Cara mamá, tenéis vosotros ahí este hermoso sol hoy? Qué
noble es el campo y qué buena la Naturaleza! Ella le dice a
todo el que la escucha que nada se habrá de perder.
4 de noviembre, a la 1.
No vivo sino en el pensamiento de ti y en la bendición de
la Naturaleza. Esta mañana, nuestros jefes nos amenazaron con
una marcha de veinte kilómetros, y esta amenaza se cumplió
bajo la forma de un paseo encantador en medio del paisaje que
tanto amo.
Niebla exquisita, que vemos levantarse de hora en hora, atraí
da por un sol templado; y a lo lejos, las altas mesetas que do
minan un panorama inmenso en el cual todo se dibuja finamente,
o bien se sobreentiende entre la bruma...
Hay casucas guarnecidas de árboles desnudos que ofrecen per
files encantadores. Pienso en los primitivos, en sus paisajes tan
sensibles y concienzudos. Qué majestad meticulosa, cuyo primer
aspecto impone por su grandeza y cuyo detalle conmueve en lo
hondo !
Ya ves, querida madre, cuántas gracias dispensa Dios, que
están muy por encima de las miserias aceptadas.
No se trata ya ni siquiera de tener paciencia, pues que el
tiempo carece ya para nosotros de medida, pues que no entra ya
en cuenta duración alguna calculable. Pero también ¡qué ri
queza de emociones en el minuto que a nosotros se ofrece!
He aquí, pues, nuestra vida, de la cual te he escrito que es
preciso que ningún acontecimiento haga de ella algo de inacabado,
de interrumpido; y esta sabiduría quiero conservar. Pero, al
mismo tiempo, quiero aliarla con otra sabiduría que mira hacia
lo porvenir, aun cuando lo porvenir sea para nosotros una región
prohibida. Si, aceptémoslo todo del presente (y el presente nos
trae tantos tesoros!) pero preparemos el porvenir también.